domingo, 23 de mayo de 2010

El contencioso de las tasas de la UBU

Reproduzco a continuación una carta al director remitida al Correo de Burgos y publicada el pasado domingo 25 de abril de 2010:

Señor director,

Últimamente a raíz de la sentencia del Tribunal Superior de Castilla y León sobre las tasas indebidamente apropiadas por la Universidad de Valladolid (UVA) pertenecientes a la Universidad de Burgos (UBU) se está hablando mucho de este tema. Con mi carta pretendo de dar un poco de luz a lo que acaeció hace ya más de diez años.

Corrían los años noventa cuando el gobierno central de España, que era quien entonces tenía competencias en la materia, ante la presiones que se ejercían desde numerosos estamentos de la provincia decidió otorgar a Burgos una Universidad. Esto se realizó, a pesar de la más que negativa indiferencia de la Junta y Castilla y León quien como veremos más adelante no ha jugado un papel positivo para nuestra Universidad, sobretodo gracias a la actitud del entonces rector de la UVA Fernando Tejerina quien no sólo apoyo sino que además luchó por que Burgos tuviese su propia universidad.

Recién inaugurada la Universidad, acto al que por cierto no acudió el presidente de la Junta justificando lo injustificable con un viaje a Madrid para una recepción al emperador de Japón, la UVA cambió de rector pasando del honrado y colaborador Tejerina a Alvárez de Guisasola. Alvárez de Guisasola en alguna ocasión ya había manifestado que Burgos no necesitaba Universidad y no estaba muy de acuerdo con su creación. Dado lo reciente de la creación de la UBU el cobro de las tasas académicas las realizaba la UVA. Y así fue, el problema es que además de cobrarlas se las quedó.

Como es lógico al ser de reciente creación la UBU todo era interino incluido el rector. Este fue Marcos Sacristán (quien por cierto ahora se presenta como candidato a rector de la UVA) Este llegó a un acuerdo con Guisasola por el que prácticamente le perdonaba esas tasas que había cobrado a los estudiantes burgaleses. La Junta aplaudió esa decisión.

El primer rector no interino fue votado y salió José María Leal (a quien por cierto sus detractores acusaban de estar muy vinculado al PP) Leal no asumía el acuerdo al que llegaron Sacristán –ya en Valladolid acabada su interinidad- y Guisasola y debió acudir a los tribunales para romper ese acuerdo firmado por alguien que estaba de modo provisional. Al mismo tiempo Guisasola continuó poniendo más piedras en el cámino de nuestra joven universidad cegándose a transferir residencias ubicadas en Burgos a la UBU (residencias que debió finalmente transferir por orden judicial)

Tras su mandato, como premio a la concordia que había logrado entre Burgos y Valladolid, Guisasola fue nombrado por la Junta consejero de educación. Se juntaron el hambre con las ganas de comer y la educación universitaria fue transferida a las comunidades autónomas. Por supuesto la financiación que Guisasola dio a la UBU fue tan escasa que la dejó al borde de la quiebra. Como curiosidad comentaré que por primera vez con él la UVA superó en presupuesto a la Universidad más prestigiosa del Norte de España (Salamanca) y criticó el ‘centralismo’ que desde Salamanca se hacía los estudiantes de español que allí iban, recortándoles el presupuesto para que fuesen a Valladolid a ‘descentralizar’ esta enseñanza.

Comenzaron a salir las sentencias en el contencioso UBU-UVA, todas ellas dando la razón a la UBU (residencias y tasas indebidamente cobradas) Alvárez de Guisasola pasó a la consejería de sanidad. Desde ella ha dotado a Burgos del único hospital de gestión privada no ya de la comunidad sino del Norte de España, ha reducido el servicio de alergiología y pediatría de Burgos, ha eliminado el banco de sangre de Burgos (primero que se creó en la comunidad) ha negado los estudios de medicina, pese a la carencia de médicos en la comunidad, ya que ya hay en Valladolid, y sobretodo ha empeorado radicalmente la sanidad en nuestra provincia con casos tan curiosos como que una radiografía tarde alrededor de un mes porque la tiene que ver el radiólogo ubicado, como no, en Valladolid.

Es posible que alguno se pregunte qué fue de uno de los impulsores de la UBU: Fernando Tejerina. Bueno hará dos o tres años (no lo recuerdo) la UBU le otorgó el más que merecido premio doctor honoris causa. Que yo sepa este ha sido el único reconocimiento que ha recibido este vallisoletano que entendía que hacer comunidad es dotar de medios a quienes los necesitan. Por supuesto jamás ha sido consejero ni ha recibido ninguna loa o alabanza del burgalés Herrera. Guisasola ha sido consejero de dos de las tres consejerías más importantes (la otra sería Economía que la ostenta el también ‘hacedor’ de comunidad Tomás Villanueva)

Tras esta diatriba sólo pretendía dar un poco de luz y mostrar cómo algunos burgaleses o vallisoletanos han intentado crear comunidad y como otros más allá de sus palabras han demostrado que en lo único que creen es en si mismos y que la ruina o la pobreza no les importa salvo que sea la suya. El provincialismo y el odio interprovincial no va más allá del que ellos tienen y peor aún están generando, donde nunca hasta que llegaron ellos lo hubo

Javier Marías Centeno

martes, 11 de mayo de 2010

Consideraciones acerca de la autonomía de Castilla la Vieja en Burgos

Hablando de Castilla la Vieja en público es muy probable que surjan opiniones muy variadas acerca de su delimitación o configuración. Unos atribuirán esta definición a la actual realidad autonómica de Castilla y León, otros hablarán de esa Castilla la Vieja histórica diferenciada de las provincias leonesas, incluyendo o no a Valladolid y Palencia, y manifestando la ausencia de Logroño y Santander. Incluso nos encontraremos a personas que defienden unas auténticas provincias castellanas que comprenderían territorios tan periféricos como Requena-Utiel en Valencia. Insisto en el tema pues este blog gira entorno a dicotomía Burgos-Castilla la Vieja ya que en si es lo mismo. Pues bien, yo me referiré de ahora en adelante a Castilla la Vieja entendida desde su germen: la provincia de Burgos.

Desde un punto de vista político ni yo ni nadie está en su derecho de calificar a la provincia de Burgos como región única de Castilla la Vieja pero, a día de hoy y después de todos los apaños históricos que uno ha tenido que ver considero que este es un mal menor y me he decidido a exponer el tema. ¿Acaso las gentes de Arnedo siempre estuvieron identificadas con el valle del Río Oja o el Tirón, origen del nombre de su comunidad? ¿limitaba Burgos con Euskadi a mediados del siglo XIX? ¿Qué me decís de los castellano-manchegos de Guadalajara o los castellano-leoneses de Soria? Se ha jugado con la historia de manera interesada y Castilla y León no ha sido menos en este aspecto.

En nuestro caso particular la historia nos avala y mucho. Desde la Castella Vetula nombrada ya en el siglo IX como lugar de nacimiento de Castilla y localizada en las merindades burgalesas, podemos llegar casi mil años después a las Cortes de Cádiz con nuestra primera Constitución de 1812 en donde se reconocía como región histórica diferenciada de la de nuestros padres leoneses de los cuales nos emancipamos. Por desgracia hoy el concepto de Castilla la Vieja ha sido desacreditado por todos y con ello apartado y enterrado. Si repasais las webs oficiales de los gobiernos cántabro o riojano no encontrareis un atisbo de castellanidad ni de pertenencia a esta región en ninguna etapa de su historia; su pervivencia lo requiere. En base a esos "orígenes oficiales" y extrapolándolo a nuestro caso, es como si los burgaleses hubiéramos pasado del homo antecessor al instituto castellano-leonés de un plumazo. En el caso castellano-leonés se utiliza la táctica tan bien repetida a lo largo de los años: nosotros somos la unión moderna de los reinos de Castilla y León sin especificar quien es quien e ignorando que otros territorios también pueden ser considerados castellanos. La hipocresía del Estado de las autonomías traiciona a su pasado para que el engranaje funcione aleccionando a sus ciudadanos con falacias históricas.

Arrinconada la idea de Castilla la Vieja por todos y viendo que Castilla y León no convence a nadie y crea año tras año más críticas identitarias que cohesión territorial, sería el momento adecuado de rescatarla y qué mejor lugar que la provincia de Burgos que fue el sitio donde nació. Ya decía el monje arlantino en el siglo XIII en su Poema de Fernán González que Castilla la Vieja fue el çimiento de Castilla y en nuestra provincia la identidad castellana todavía late en el corazón de sus habitantes. La solución básica de nuestro problema identitario (amén de otros) es simple: adaptar nuestra identidad y realidad socio-económica al estado autonómico segregando la provincia de Burgos, constituyéndola en Comunidad Autónoma de Castilla la Vieja y dotándola para ello de un estatuto de autonomía, como otras tantas solicitaron en su día.

En tal caso, ¿qué dirían entonces sorianos, segovianos, abulenses, etc? Estas provincias tienen tanto derecho como Burgos de pertenecer a Castilla la Vieja pero nadie movió un dedo, ni siquiera en la transición para la configuración de una auténtica comunidad histórica de Castilla la Vieja. Por tanto, alguien debe coger ese testigo que quedó aparcado en 1983 y posteriormente, hablar. ¿Pensaban los artífices de la abortada autonomía de la castellanísima Segovia en Castilla o Castilla la Vieja? Para nada; hubiese sido otro foco de hipocresía histórica.
Cabría también diferenciar que una cosa es la autonomía de Castilla la Vieja en la provincia de Burgos y otra la de un "Burgos solo". Y digo esto porque lo peor que se podría hacer es reivindicar la autonomía de nuestra tierra desde una perspectiva burgalesista vacía y centralista que ni siquiera nos serviría para cohesionar nuestra propia provincia y acabaríamos intentando reinventar nuestra historia al estilo riojano o cántabro. El territorio provincial es el lugar donde debe renacer la identidad castellana vieja. Una buena idea y también un primer paso sería el cambio de nombre de nuestra provincia por el de Castilla la Vieja, como en su día hicieron Santander y Logroño antes de su constitución en autonomías para reforzar su argumento identitario.

Con la autonomía uniprovincial de lo que se trataría es de poner la primera piedra de esta hipotética comunidad sin obligar a otras provincias a incorporarse a Castilla la Vieja. De hecho, en el caso de que sorianos o riojanos decidieran incorporarse a esta comunidad se puede tomar nota del estatuto castellano-leonés que, a diferencia del resto, está preparado para asimilar no ya municipios sino provincias enteras, lo cual le confiere desde sus inicios cierto aire de provisionalidad por si alguna provincia insensata se arrepentía. Todas estas consideraciones debieran pasar por el filtro de la consulta, esto es, un referéndum en donde el pueblo tenga la última palabra y no las ejecutivas políticas como desgraciadamente sucedió en nuestro caso.